El único canal que se salvará de los fuertes recortes presupuestarios que se aplicarán este año es el Canal Evangélico (Evangelische Omroep) que se podrá mantener como ente autónomo.
A finales del año pasado, el gobierno holandés tomó una medida radical para atajar el elevado coste de la red pública de radiotelevisiones: recortar de 21 a 8 el número de canales estatales, mediante un «proceso selectivo de fusiones» entre los canales, con el objetivo de «evitar duplicidades en los contenidos».
La ministra holandesa de Educación, Marja van Bijsterveldt, del partido cristianodemócrata (CDA), en la coalición de gobierno junto a los liberales de derechas del VVD, anunció que el gobierno tomó la decisión para «atajar la sangría» del gasto en las televisiones públicas.
Con esta medida, el gabinete de La Haya pretende ahorrar hasta 200 millones de euros (cerca de 250 millones de dólares) restando esa suma de las inversiones que hasta la fecha realizaba en la red pública de radiotelevisión.
El motivo de que el gobierno holandés decidiera «salvar» al canal EO (protestante) es, según el comité de dirección del ente televisivo holandés (una especie de «paraguas» en el cual están representados todos los canales), que el canal evangélico «tiene un perfil -religioso- muy específico que es imposible sustituir o fusionar con otro canal (público)».
La atomización del panorama audiovisual holandés no es más que el reflejo de la sociedad, según el modelo de los denominados «pilares», que pretende garantizar a cada estrato político, social y religioso, su propio espacio en las ondas. Así, por ejemplo, existen canales públicos (y espacios propios dentro de esos canales) para protestantes, católicos, socialistas o conservadores, entre otros grupos.