La multinacional española Telefónica pondrá punto final este martes a su histórica red de cobre, tras cerrar las últimas 661 centrales aún en funcionamiento.
Con este paso, la compañía completa el apagado definitivo de una infraestructura que durante décadas fue la columna vertebral de las comunicaciones en España.
El proceso de desmantelamiento comenzó en 2014, con el cierre de las primeras dos centrales —ubicadas en Sant Cugat (Barcelona) y Torrelodones (Madrid)— y concluirá ahora con un total de 8.532 centrales cerradas, según datos presentados por la compañía en los resultados del primer trimestre de 2025.
Hasta el pasado mes de marzo, Telefónica ya había clausurado 7.820 centrales, lo que representaba más del 90% del total previsto. Las restantes, unas 700, continuaban operativas por requerimientos regulatorios, de acuerdo con la información aportada en su balance trimestral.
La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) fijó el 27 de mayo como fecha tope para el cierre total, tras aceptar en julio de 2024 la solicitud de Telefónica de adelantar el apagado, inicialmente programado para 2026. Según el calendario establecido, 51 centrales cesaron su actividad el 21 de abril, y las últimas 661 lo harán este martes, coincidiendo además con el centenario de Telefónica, celebrado en abril de este año.
Fin de una era: del cobre a la fibra
Con este hito, España dice adiós a la red que marcó el desarrollo de las telecomunicaciones en el siglo XX, primero con la telefonía fija y más tarde con servicios de internet basados en ADSL. En la actualidad, la práctica totalidad de la población ya cuenta con acceso a fibra óptica, mucho más eficiente y potente.
“Telefónica ha liderado el cierre del cobre en Europa”, han destacado fuentes de la empresa a la agencia EFE. Esta migración tecnológica ha permitido dotar a los usuarios de una red de banda ancha ultrarrápida, con mayores prestaciones que el antiguo cobre.
En total, la compañía ha desplegado 31 millones de unidades inmobiliarias con cobertura de fibra, lo que la convierte en el operador con la mayor red de este tipo en España. El proceso de migración de clientes se llevó a cabo de forma progresiva y comunicada: durante un año, los usuarios recibieron hasta 13 avisos directos, 12 notificaciones en factura, cartas postales e incluso burofaxes informando del cambio.
Impacto medioambiental y eficiencia
El apagado de la red de cobre no solo moderniza la infraestructura, sino que también reduce el impacto ambiental y mejora la eficiencia energética. Telefónica estima que la fibra óptica es un 90% más eficiente energéticamente que el cobre, y que además permite multiplicar las velocidades de conexión y reducir el espacio necesario para operar.
El cierre de 1.000 centrales ha implicado el desmontaje de 65.000 toneladas de cable, así como el reciclaje de 7.140 toneladas de residuos eléctricos y electrónicos. Todo ello ha generado un ahorro energético de 1.000 GWh, lo que equivale a evitar 355.000 toneladas de CO₂, o, en términos medioambientales, plantar seis millones de árboles.
Además, una única central de fibra es capaz de ofrecer servicio al mismo número de usuarios que cuatro centrales de cobre, ocupando apenas el 15% del espacio físico que requería la infraestructura anterior.
Regulación y despliegue
El proceso de aceleración del apagado se vio facilitado por una resolución de la CNMC de 2021, que redujo de cinco a dos años el periodo obligatorio de preaviso para cerrar las centrales. Esta decisión se basó en el crecimiento exponencial de las conexiones de fibra hasta el hogar (FTTH), que pasaron de 3,1 millones en 2015 a casi 12 millones en 2020.
Con el cierre definitivo de su red de cobre, Telefónica da un paso clave hacia el futuro de las telecomunicaciones en España, consolidando su apuesta por la fibra como base de una infraestructura digital más robusta, sostenible y preparada para los retos del siglo XXI.