Filmin estrena en exclusiva este viernes 12 de diciembre El último padrino, la nueva película de Fabio Grassadonia y Antonio Piazza, responsables de Salvo y Sicilian Ghost Story.
El filme, inspirado en la figura real del último gran capo de la mafia italiana, Matteo Messina Denaro, fue seleccionado para competir por el León de Oro en el Festival de Venecia 2024.
Protagonizada por dos intérpretes de referencia del cine italiano, Toni Servillo (La gran belleza) y Elio Germano (La gran ambición), El último padrino es un thriller hipnótico sobre la paranoia, el poder y la complicidad entre la mafia y el Estado en uno de los periodos más oscuros de la historia reciente de Italia.
Un juego de poder y mentiras
La historia se sitúa en Sicilia, a comienzos de los años 2000. Catello, un político caído en desgracia tras su paso por prisión, recibe una inusual oferta del servicio secreto italiano: colaborar para capturar a su antiguo ahijado, Matteo Messina Denaro, el último gran jefe mafioso fugitivo.
Decidido a recuperar su influencia, Catello inicia un intercambio epistolar tan fascinante como peligroso con el capo, un hombre que convierte la verdad en mentira y la mentira en verdad. Pero jugar con uno de los criminales más buscados del mundo tiene consecuencias imprevisibles.
En 2004, año en que transcurre la película, Messina Denaro ocupaba el tercer puesto en la lista de los fugitivos más buscados del mundo según Forbes.
Acusado de asesinatos y de organizar los atentados que sacudieron Italia en 1992 y 1993, desapareció sin dejar rastro durante tres décadas, protegido por una red de silencio y connivencia en el oeste de Sicilia.
Su historia terminó en enero de 2023, cuando fue detenido en una clínica privada de Palermo donde se trataba un cáncer bajo identidad falsa. Murió en prisión cuatro meses después, llevándose consigo los secretos más oscuros del país.

Basada en hechos reales y en cartas secretas
Grassadonia y Piazza tuvieron acceso a la correspondencia real que Messina Denaro mantuvo en 2004 con un exalcalde.
De esas cartas emergía la personalidad de un criminal muy distinto al arquetipo mafioso clásico: un hombre culto, ególatra y obsesivo, criado entre burgueses, lector voraz de Agassi, Vargas Llosa, Baudelaire o Dostoievski. En sus escondites, la policía halló auténticas bibliotecas.
El último padrino reconstruye esos años de fuga, cuando el capo dirigía su red mediante “pizzini” —cartas cifradas— mientras se desvanecía en las sombras. Pero la película va más allá del retrato criminal para revelar una verdad incómoda: la profunda interdependencia entre la mafia y el Estado italiano.