Netflix, con más de 301 millones de suscriptores de pago en 2025, atraviesa un momento delicado tras registrar un incremento inesperado en las cancelaciones de suscripciones.
La causa no está vinculada a problemas técnicos ni a la subida de precios, sino al debate cultural que rodea a la plataforma. Diversos sectores acusan a Netflix de promover un exceso de “wokismo”, es decir, de mostrar una sensibilidad desmesurada hacia cuestiones de diversidad, justicia social y temáticas LGBTQ+.
La chispa de la controversia
La polémica estalló después de que el director Hamish Steele hiciera unos polémicos comentarios en redes sociales sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk, al que calificó de “nazi”. El episodio generó una oleada de críticas que culminó con un gesto de alto perfil: Elon Musk, CEO de Tesla y propietario de X (antes Twitter), anunció el 30 de septiembre que cancelaba su suscripción a Netflix.
“Protejan a sus hijos. Cancelar Netflix”, escribió Musk, animando a otros usuarios a seguir su ejemplo. El mensaje se viralizó y dio pie a que numerosos clientes expresaran en redes sociales los motivos por los que también estaban abandonando la plataforma.
No es la primera vez
No se trata de un caso aislado. Netflix ya había recibido críticas similares en el pasado, como tras la compra de los derechos de Barrio Sésamo, que algunos interpretaron como parte de una agenda política “despierta”. Además, ciertos estrenos muy enfocados en diversidad y representación han generado lo que algunos analistas llaman “fatiga de audiencia” en determinados segmentos del público.
Los números detrás de la reacción
A pesar del ruido mediático, la tasa de abandono de Netflix se sitúa en torno al 2,3% mensual, todavía muy por debajo del 4% de Disney+. Sin embargo, el impacto reputacional de estas controversias es lo que preocupa: aproximadamente un 30% de la base de suscriptores en Estados Unidos se identifica como conservadora, un sector especialmente sensible a este tipo de debates.
Para reforzar su atractivo, Netflix ha ampliado su modelo de negocio con un plan más barato con publicidad. Pero el reto sigue siendo mantener el equilibrio entre la innovación en contenidos y la diversidad de sensibilidades de su audiencia global.
Streaming y política: una relación complicada
El caso de Netflix refleja un dilema creciente en la industria: hasta qué punto las plataformas deben involucrarse en temas sociales y políticos sin alienar a parte de su público. Lo que está claro es que, en plena guerra del streaming, mezclar entretenimiento y política puede convertirse en un terreno resbaladizo.